Seguimos analizando desde este humilde blog la labor que realizan decenas de colectivos diseminados a lo largo y ancho del territorio nacional por ayudar a la naturaleza en todas sus facetas. En el día de hoy, vamos a conocer el trabajo de dos grupos arraigados en la provincia de Huesca, donde llevan a cabo casi todas sus actividades.
En primer lugar, el Grupo Ornitológico Oscense (GOO), que lleva activo desde el año 1978, es un reputado colectivo de voluntarios que llevan media vida trabajando a pie de campo por la conservación y el estudio de las numerosas especies que viven y recorren la provincia oscense. De manera directa, los datos y observaciones realizadas por sus miembros, repercuten de una manera fundamental en los estudios que a nivel nacional se realizan sobre migraciones, costumbres y número de individuos o especies.
Logotipo del grupo
Estos muestreos científicos se realizan en distintas jornadas durante todo el año, y adaptan su modus operandi dependiendo de la época y el objetivo del estudio. De esta manera, pueden controlar la época de cría, así como los pasos migratorios o las poblaciones que permanecen estáticas durante todo el año. La captura de las aves se realiza con "redes japonesas", que son estratégicamente colocadas en los terrenos que frecuentan las aves al desplazarse. Gracias a la fina composición e hilado de los materiales que conforman las mallas, las distintas especies van quedando atrapadas sin posibilidad de escape. Tras mantenerse a la espera durante unos minutos, los miembros del grupo realizan una batida y van recuperando las aves capturadas, y depositándolas en jaulas especiales para tal efecto. Una vez que las redes están despejadas, los ejemplares capturados son trasladados a las mesas de trabajo, donde son anillados y medidos por personal acreditado.

Un miembro del GOO recupera un ave. Foto: L. Guerrero
La titulación de los miembros no está al alcance de todas las personas, ya que requiere un estudio intenso de la morfología de cientos de especies, así como una destreza práctica obligatoria a la hora de manipular al animal y anillarlo. Este trabajo de preparación dura años, y acaba cuando el aspirante al título de anillador aprueba los exámenes requeridos.
Mesa de trabajo con los útiles necesarios
Cuando el ave se encuentra en el espacio de trabajo, los movimientos deben ser rápidos y precisos, ya que el estrés generado al animal puede ocasionarle graves daños, incluso la muerte. Así pues, una cadena de manos logra en tiempo récord colocarle la anilla de identificación, sexarlo, medir sus alas y pesarlo antes de ser nuevamente liberado. Todos esta información pasa a una base de datos común, donde anilladores de todo el mundo pueden controlar todas las aves ya identificadas que han caído en sus redes. Gracias a los datos obtenidos, y puesto que la anilla tiene un número único, el ave podrá ser estudiada si cae en más controles científicos a lo largo de sus vida.
Además de los anillamientos con fines de investigación, el GOO gestiona el muladar de Tiacuto, un paraje montañoso ubicado al norte de Huesca, muy cerca del enclave conocido como "El salto del Roldán". En él, realiza cada dos semanas un "aporte" de comida para las aves necrófagas. Este ritual responde a un grave problema generado hace unos años, cuando la enfermedad de las "vacas locas" endurecieron las leyes e impidieron a los ganaderos abandonar los animales que morían en el monte. Esta situación generó un declive en los carroñeros alados, que muy pronto comenzaron a ver menguada su población dada la escasez de comida. El GOO, consciente de este problema, decidió comenzar con los aportes de comida, siendo estos insuficientes para abastecer a la población necrófagos existentes. Este detalle es intencionado, ya que no se pretende dar un sustento diario y homogéneo, sino simplemente utilizar el muladar como un complemento a su alimentación. De esta manera, las aves no generan una dependencia del humano para su existencia. De hecho, la cantidad de comida no excede los 400kg, siendo a veces el número de ejemplares que acuden superior a esta cifra.

Los buitres comienzan a llegar ansiosamente
El procedimiento del muladar es sencillo: durante la semana, el grupo ornitológico recibe restos de carne no apta para consumo humano que se almacena durante unos días. El día marcado, un vehículo de la organización accede por las pistas que conectan Huesca con el muladar, y una vez allí, comienza a descargar los restos de carnaza. Los buitres, que ya son capaces de identificar el vehículo en el trayecto de ascenso, son los primeros en acudir y arremolinarse entorno al espacio delimitado del comedero.
Una vez el vehículo está asentado, varios miembros del grupo comienzan a arrojar los trozos de carne y hueso, y los buitres pugnan entre sí para alimentarse. La lucha, que siempre es inofensiva para su integridad, puede alcanzar niveles altos de violencia, generando un espectáculo visual sin precedentes.
Vehículo del GOO descargando
La experiencia del muladar, que es gratuita y abierta a todo aquel que quiera desplazarse hasta el Tiacuto, va acompañada de una explicación por parte del presidente del GOO, que va relatando los aspectos principales de estas aves y de todas las que van apareciendo sucesivamente a lo largo de la mañana.
Imagen de los buitres de Tiacuto
Cuando acaba la comida y la explicación, los buitres bajan la intensidad de sus disputas, y los visitantes se van retirando del área del comedero para aposentarse en un punto de observación habilitado en las cercanías. Desde allí, prosiguen las explicaciones y se responden a todas las dudas planteadas por los allí presentes. El hecho de alejarse del muladar hace que otras aves como milanos y todo tipo de córvidos se acerquen hasta él para aprovechar los restos dejados por los buitres, y facilita la llegada de una de las especies más deseadas: el quebrantahuesos. Este tipo de necrófaga, protagonista del logotipo del GOO, está presente en el pirineo oscense, y suele ser uno de los animales protagonistas del muladar.
El quebrantahuesos llegando al muladar
En los meses cálidos, también es habitual la presencia de alimoches, que tras su periplo por África durante el invierno, vienen hasta estos enclaves para alimentarse y reproducirse. Este animal, que lanzó a la fama Felix Rodriguez de la Fuente, despierta también las pasiones de los fotógrafos que suben hasta el muladar en busca de las irrepetibles fotografías que allí se obtienen.
Y es que, es imposible despegar la ornitología de la fotografía, ya que son muchos los que combinan ambas aficiones. De hecho, el GOO cuenta con una plantilla de grandes fotógrafos de fauna que acompañan al grupo en todas sus actividades.
Los compromisos de la asociación no acaban en estas dos actividades de calendario fijo, ya que también es posible ver al grupo ofreciendo charlas, talleres, e incluso recogiendo aves que han sufrido algún percance y trasladándolas a las entidades pertinentes que la comunidad habilita para ello.
Toda esta inmensa labor de concienciación se lleva a cabo de manera completamente desinteresada por parte de sus miembros, ya que no reciben ningún tipo de compensación ni subvención económica por ello. Además, todas sus actividades son gratuitas y abiertas al público general. Por ello, desde esta página recomendamos la participación en los eventos que el GOO nos plantea en Huesca y sus alrededores, pues son muy pocos los que no obtienen una valiosa explicación y una buena jornada con ellos.
PÁGINA WEB DEL GOO
No hace falta abandonar la provincia oscense para conocer otro de los puntos clave de la actividad ornitológica española. Se trata ni más ni menos de la migración de la grulla (Grus Grus), que obtiene una gran representación al oeste de la capital oscense ubicada en la cercana localidad de Montmesa.
Para conocer este punto hace falta remontarse a los tiempos en los que los árabes poblaban las tierras aragonesas, y donde desarrollaban su agricultura. Para abastecer estas fértiles tierras, se afanaron en la construcción de azudes (pequeñas represas que frenaban el agua de los ríos) y albercas, que consisten en embalses artificiales y normalmente de poca profundidad.
En este caso, la villa de Montmesa, posee en sus alrededores la antigua alberca de Alboré, desde la cual los árabes podían repartir el agua por todo el territorio cultivable que poseían remansando las aguas del río Astón.
Montmesa
Hoy en día, y con la construcción en la década de los 60 del embalse de la Sotonera, la alberca fue absorbida por este, quedando desdibujada y perdiendo su forma originaria. Aun así, a día de hoy es un auténtico refugio de fauna y flora muy diversa, ya que posee biotopos muy distintos condensados en escasos kilómetros de terreno.
Alberca de Alboré y embalse de la Sotonera
Basta con dar un pequeño paseo para constatar la gran diversidad que poseen estas tierras, ya que los enormes campos de agricultura extensiva se combinan con pequeños bosques de pinos y chopos. Por si fuera poco, la propia alberca inunda las grandes extensiones de tamarices, auspiciando todo tipo de vida en sus aguas.
Gracias a esta diversidad, las grullas eligen todos los años estos territorios para descansar y alimentarse en sus largos viajes de migración.
Con la llegada de la temporada fría, estas grandes aves abandonan sus hogares al norte de Europa para disfrutar de un invierno con más oportunidades en España y en el norte de África. Con la llegada de la primavera, recorre el mismo camino en sentido inverso para reproducirse en tierras del norte de Europa.
Este proceso se realiza de manera gregaria, y los grandes bandos cubren enormes distancias salvando los accidentes geográficos y orográficos más pronunciados. En España, su principal barrera son los pirineos, para lo cual buscan láminas de agua donde descansar y alimentarse, recuperando fuerzas para atravesar la cadena montañosa cuando los vientos son propicios.
Formación en "V" de grullas
Esta especie migradora, que se desplaza en sus reconocibles bandos con forma de "V", busca la eficiencia en vuelo, colocando a las grullas más poderosas al frente, y facilitando el trabajo de las que vuelan a sus espaldas. En tierra, busca láminas de agua de poca profundidad para descansar, ya que en caso de ataque, la presencia de depredadores es advertida por sus chapoteos al internarse aguas adentro.
El zorro, máximo depredador (tras el hombre)
La alberca de Alboré presenta un escenario ideal para estas aves, ya que la lámina de agua les garantiza la seguridad, y los campos cercanos le permiten alimentarse de una manera regular. Además, los pequeños seres que habitan el agua son el complemento ideal en la dieta de esta especie. Crustáceos, moluscos y anfibios son devorados por las aves generando una reserva de proteína ideal para los grandes esfuerzos que soportan.
Grullas en los campos de Montmesa
Conforme las horas de luz aumentan, el reloj biológico de la grulla se activa, y son decenas de miles las que comienzan a agruparse para realizar la migración. En Aragón, existen puntos estratégicos como Gallocanta o Alboré, por lo que la visión de estos espectaculares animales está casi garantizada.
Por la mañana, cuando el sol comienza a despuntar, las grullas parten de las acumulaciones de agua, y tras agruparse en el aire parten en dirección a los pirineos. A medida que avanzan, ellas mismas son las encargadas de tomar la decisión de si pasarán o no la cordillera, tomando a veces la determinación de volver a la alberca si las condiciones son desfavorables.
Así pues, y muy conscientes de este ritual anual, los ayuntamientos de la zona tomaron cartas en el asunto y han implementado un componente turístico a su oferta relacionado con la ornitología y sus flamantes grullas. Este impulso ha generado la construcción de un centro de interpretación, un observatorio y otros medios, así como la elaboración de un calendario de actividades que giran en torno a la alberca de Alboré.
Así pues, conforme se acercan las fechas de la migración, son multitud las opciones para divisarlas durante el día, y sobre todo cuando oscurece, ya que es fácil verlas adentrarse en sus dormideros.
La guía ofrece todo tipo de explicaciones
A pesar de que el número de grullas no es tan elevado como el de la famosa laguna de Gallocanta, los ejemplares pueden contarse a miles en una jornada cualquiera. Este hecho, hace que poco a poco, el turismo ornitológico esté haciendo ganar enteros a Montmesa y las localidades cercanas.
Desde las cotas elevadas que flanquean la alberca, las guías de naturaleza montan elementos de visión aumentada como catalejos y telescopios que facilitan la observación, por lo que no hace falta irrumpir en los terrenos donde seríamos una molestia para las aves.
A pesar de todo, lo más llamativo de las grullas no radica tanto en su contemplación, sino en deleitarse escuchando su trompeteo característico, que es audible e identificable a kilómetros de distancia.
Si elegimos bien la fecha de visita, es posible combinar los anillamientos científicos del GOO que se producen en el entorno de la alberca, así como las actividades generadas por la migración de las grullas, pasando un día en compañía de la naturaleza y de las aves.
Como vemos, la actividad ornitológica en Huesca es extensa y variada, haciéndola una de las provincias más desconocidas pero más viables para este tipo de turismo de naturaleza.
Como estamos observando en este blog, todavía sigue habiendo personas protegiendo y defendiendo la naturaleza en todas sus formas. Quizá sea el último recurso al que aferrarse en un mundo en el que las noticias (malas) hagan presumir un estrepitoso final.